PEPA Y SU PERRITO GOS
Llena de cariño se sentía Pepa
por su perrito Gos. Gos era un perro cariñoso y fiel. Tenía la lengua azul,
dicen que se la mancho jugando con la tinta de Pepa. Pepa era maestra. Se
sentía siempre bien entre niños porque ella aseguraba que muchos niños eran más
inteligentes y preparados que sus padres. Con esa inteligencia tan pura, como
afirmaba Pepa. Como cada tarde Pepa, después de llegar del colegio sacaba a Gos
a pasear. Un coche que iba a mucha velocidad sobresaltó a Gos que huyó sin que
Pepa pudiese hacer nada para retenerlo. Pepa lo buscó y buscó pero no apareció.
Acudió a la policía pero estos le dijeron que tenían demasiado trabajo con delincuentes
como para buscar a un perro. Pepa se fue entristecida. Llegó a casa. Se preparó
un café. Se sentía agotada. Se tumbó en su cama pensando en Gos, era su mejor
amigo, su mascota, su “todo”. A las 2 de la madrugada se levantó sobresaltada.
Creía soñar cuando escuchó un ahhhhhhuuuuuu de su perrito. Fue hasta donde
sonaba su voz perruna. Y abrió la puerta de la calle: síííí era él. Estaba sucio
y cansado. Pero a ella no le importó, y lo cogió dulcemente entre sus brazos,
llorando de alegría, y gos no paraba de ladrar “guau””guau” y moverse. Pepa lo
lavó y le puso un extra de comida. Gos
se durmió. Y ella se sintió feliz y contenta porque todo hubiese acabado bien.
Mónica
Rubio Ochoa
24-abril-2021
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